Jueces 16:20 “y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él”.
Sansón tuvo un llamado y un propósito. Desde pequeño, había sido consagrado para la obra, pero sus deseos estuvieron por encima de su llamado y del amor a Dios. Se dejó llevar por los placeres de la vida, la cual lo llevó a su destrucción y a su muerte, tanto espiritual como física. Lo mismo también te puede suceder a ti si intentas vivir una doble vida, aparentando algo que no eres. Todo tiene un límite y Sansón llegó a conocerlo.
Sansón es un ejemplo de aquellos creyentes que piensan que Dios permanecerá con ellos aun cuando llevan una vida pecaminosa e inmoral. Dios se apartó de Sansón debido a su continua desobediencia y porque donde hay pecado él simplemente se aleja.
Al Señor Jesús antes de morir le pasó esto: “cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46) y sabes ¿por qué? Porque en ese instante Él estaba cargando con todos los pecados de la humanidad y su Padre no está donde hay pecado, por eso Cristo sintió que lo había abandonado, tal cual le sucedió a Sansón. La lección que podemos aprender de Sansón es que el Señor puede apartarse de una persona pecadora sin que ella se dé cuenta. No esperes a que algo tan espantoso como esto te acontezca. Es hora de volverse a Dios y restablecer lo que se había perdido.