1 Pedro 2:21-22 “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca”.
Todo verdadero cristiano, es discípulo de Jesús, y todo discípulo de Jesús está en un proceso de transformación a través del cual nos vamos pareciendo cada vez más a él. Pedro nos dice en este pasaje, que Dios nos salvó para que seamos como Jesús, en el hecho de que estamos aprendiendo a sufrir como él.
Los creyentes que originalmente recibieron esta carta estaban sufriendo injustamente por causa de su fe. Pedro quiere hacerles ver que ellos fueron llamados a ser como Jesús. Y Jesús sufrió injustamente.
Cuando Dios nos llamó a salvación, no solo nos llamó a creer en Cristo, sino también a imitarle en todas las circunstancias de nuestra vida, incluyendo la hostilidad y el maltrato.
El gran propósito de la salvación es que vengamos a ser como Jesús, que vivamos como él. Romanos 8:29 dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo”. Cristo es el modelo al cual Dios quiere conformarnos.
Ese proceso de cambio comienza aquí y se perfeccionara allá. 2 Corintios 3:18 dice: “por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espirítu de Señor”.
¡Fuimos salvados para ser como Jesús!