Mateo 19:14 “Pero Jesús dijo: Dejar a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”
En la antigüedad cuando nacía un bebé, la madre se consideraba inmunda, entonces los padres del niño debían pagar un sacrificio para purificarse a través de lo que ellos ofrecieran y es por eso que los discípulos de Jesús no dejaban acercarse a los niños a él, pues no sabían si ya habían sido purificados.
Hoy en la actualidad no necesitas ninguna ofrenda, ni corderos, ni palomas, porque Jesús se ofrendo en la Cruz del Calvario y la Biblia dice que ese sacrificio valió “de una vez y para siempre” por todos los seres humanos; Por lo tanto, tú y yo y todos podemos venir libremente a los brazos de Jesucristo. Desde antes de nacer, tú ya eras especial. Salmos 139:16 dice: “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas”. Que privilegio saber que antes que nacieras ya existías en la mente de Dios (Job 33:4). Dios te hace especial, “cosa de estima el fruto del vientre” (Salmos 127:3). Nadie te va a dar más valor que el experto creador, y hoy gracias a la sangre de Jesús puedes tener ese acceso a Dios, a tu Creador. Tal vez te has alejado o le has fallado a Dios, pero hoy Dios te dice: “Venid a mí”.