Proverbios 23:7 – “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él”.
Somos responsables por la forma en la que respondemos a lo que nos sucede, nuestra libertad en la vida es determinar nuestra actitud en cualquier situación.
La Biblia tiene mucho que decir sobre escoger nuestras actitudes:
“Todo es posible para el que cree.” (Marcos 9:23)
“Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen” (Mateo 9:29)
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).
Una actitud positiva produce un buen resultado; una actitud negativa produce un mal resultado. Comparemos la vida del apóstol Pablo y Tomás. Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4:13. Él fue azotado, recibió latigazos, naufragó, fue apedreado y dejado por muerto, objeto de amenazas de muerte y odio público. Sin embargo pudo escribir: “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”. 2Corintios 4:8-9. El escribió esto, desde una celda de la cárcel oscura, húmeda, infestada de enfermedades. Este es un resultado positivo en una situación imposible.
Tomás tuvo el beneficio de seguir a Cristo por tres años y medio y ser testigo presencial de milagros que asombran la mente. Sin embargo, cuando Jesús resucitó de la muerte y los otros discípulos corrieron a contar la noticia, Tomás no lo creyó, “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25).
Dos hombres, dos elecciones diferentes. Uno fue marcado para siempre como Tomás el incrédulo. El otro es mencionado como el apóstol que estableció la Iglesia de Jesucristo.