Marcos 14:10-11 “Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo. Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba oportunidad para entregarle”.
Cuando Judas decide traicionar a Jesús, dice Mateo 26:14-.15 que “Judas fue a los principales sacerdotes y les pregunto: ¿qué me queréis dar y yo os entregare? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata”.
Judas había pasado más de tres años al lado de Jesús, había visto a Jesús hacer milagros; lo había escuchado enseñar su Palabra, pero aun así decidió traicionarlo. Judas estaba detrás de los beneficios terrenales que hubiera podido sacar de Jesús; y movido por la codicia de su corazón, Judas decide vender a Jesús por treinta piezas de plata. Éxodo 21:22 dice que ese era el precio de un esclavo.
Judas, al igual que muchos en el día de hoy que están en esas iglesias que predican el evangelio de la prosperidad, o que solo son esas personas que no están detrás de Jesús, sino que están detrás de los beneficios que él puede darles. Nunca olvides que Judas estaba entre los doce y que por más de tres años estuvo cerca de Jesús físicamente, pero su corazón siempre estuvo lejos de él.
No basta con ser creyente, con ser miembro de una iglesia; si tu estas dispuesto a vender a Jesús por cualquier precio de lo que este mundo puede ofrecer ¡cuidado!, porque tu destino puede ser exactamente el mismo de Judas.
El Hijo de Dios, el Rey de reyes por amor a ti, y por amor a mí, fue vendido por el precio de un esclavo: treinta piezas de plata. El Rey de gloria “se humillo hasta lo sumo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Filipenses 2:8). Para que la justa ira de Dios, que merecen nuestros pecados los pasara por encima y cayera sobre él.