Hechos 8:26-27 “Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar”
A veces, como creyentes, olvidamos cuán importante es «un alma» para el Señor y es por ello que no cumplimos con la ley y nos volvemos desobedientes, pues una de las órdenes que tenemos de parte del Señor Jesús es justamente “id y haced discípulos” (Mateo 28:19). Todo esto me lleva a reflexionar y a recordar algo que nos enseña el apóstol Pablo: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mi si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16). No sabemos qué estaba haciendo Felipe en ese momento, lo que la Biblia sí registra es la orden que le da el ángel para que le diga a ese eunuco a quién se refería el profeta Isaías en la Palabra. Era necesario que alguien le hubiera hablado a esa persona, para Dios esa alma era importante. Quizá pienses, pues es una sola persona, pero lo que no sabes es lo que Dios puede hacer con esa sola persona y a cuántas más puede impactar y rescatar, es allí donde radica la importancia de evangelizar.
¿Qué tan importante es, entonces, un alma para Dios? Observa este otro texto: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido” (Lucas 15:4-6).
En este pasaje el Señor Jesús nos deja ver la importancia que tiene una sola oveja y tal vez alguien diría, pero es ilógico descuidar a noventa y nueve ovejas solo para ir tras una que se ha perdido. Pues no es ilógico, porque es su momento esa oveja era la que necesitaba pastoreo, era la que requería de cuidados especiales y así es en este mundo, debemos ir tras esa oveja. Si te has preguntado qué significa todo esto para Dios, pues la misma Palabra nos da la respuesta, “habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:7), eso es lo que sucede cuando compartimos el evangelio y alguien se vuelve a Dios, hay fiesta en el reino.