Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

Un gran poder

Santiago 3:5 “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”

Cuán fácil es dejarnos llevar por nuestras emociones y darle rienda suelta a nuestra lengua para ofender y decir cosas que solo sirven para herir a los demás. La lengua es un órgano pequeño, pero con un gran poder de destrucción. Una mala lengua puede iniciar una guerra, crear poderosas contiendas entre personas o sembrar cizaña para destruir relaciones entre hermanos. Sin embargo, debemos recordar que “de toda palabra ociosa que hablen los hombres de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36).

Si la Palabra de Dios me advierte estas cosas acerca de la lengua, lo que debemos entender es que debemos cuidar lo que salga de nuestra boca. El Señor Jesús dijo: “lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre” (Mateo 15:11), porque lo que contamina a los demás es producido por este órgano tan pequeño.

Antes de hablar, lo mejor que podemos hacer es refrenar nuestra lengua, guardar nuestro corazón y el de las demás personas, porque una vez que lancemos cualquier palabra, el daño estará hecho irremediablemente y por mucho que pidamos perdón, lo dicho, dicho está. Así como sabemos que hay poder para destruir y maldecir con nuestra lengua, también sabemos que hay poder para edificar y bendecir, solo debemos ser sabios y cautos para elegir la mejor opción bajo cualquier circunstancia.

Daremos cuenta por cada palabra que salga de nuestra boca. Sé más cauteloso y piensa siempre que todo lo que digas será materia de juicio en tu contra. El poder destructivo que hay en tu lengua puede ser menguado tomando decisiones sabias y en vez de destruir con ella, más bien edifica; en vez de maldecir, bendice, “no te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).