Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

Un regalo hecho carne

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamara su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.

Este texto nos dice que un niño nos es dado y preguntaríamos, ¿quién lo dio? Juan 3:16 nos dice que: “tanto amo al mundo Dios (el Padre) que nos dio a su unigénito Hijo, para el que crea en él, no se pierda más tenga vida eterna”. Hemos recibido un regalo y ese regalo vino en forma humana.

Dios nos dio a su Hijo, nos dio el evangelio en la persona de su Hijo. Ese evangelio no es más que la vida, la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Lucas nos habla de dos personas de nombre Simeón y Ana, que anticipaban la llegada de este niño que nos dice Isaías. “Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él” (Lucas 2:25). El Mesías es llamado “la consolación” de Israel.

Simeón tomo al niño en sus brazos y dijo: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación. Luz de revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:29-32). Cristo no solo venia para el pueblo de Israel, venia para todos nosotros.

Jesús vino de una forma inesperada, donde todo el mundo estaba ocupado y no se percataron de su nacimiento. Sus testigos eran unos cuantos animales a su alrededor, en una aldea pequeña de Belén. La gente no le recibió porque estaba contenta con su forma de vivir y había algunos fieles que estaban esperando al Mesías.

Hoy en día hay muchas gente esperando con ansias la segunda venida y hay otro grupo, que están tan ocupados, tan satisfechos en sus profesiones, celebraciones que no tienen tiempo ni espacio para la llegada del Mesías por segunda vez. ¿Tenemos las mismas ansias que Simeón y Ana? O ¿Estamos tan ocupados en nuestras propias cosas?