Marcos 9:22-23 “Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible”.
La duda de este padre no era si Jesús tenía la disposición de sanar a su hijo, la duda era, si él podía hacerlo. “Todas las cosas son posibles para el que cree”; y no está por demás decir, que esto no es cheque en blanco para que pidamos todo lo que se nos antoje.
La fe es la convicción de que Dios va a cumplir todo lo que él ha prometido, no todo lo que a mí se me antoje. Y una de las cosas que él ha prometido, es hacer bien y no mal todos los días de nuestra vida; aunque eso implique decirnos muchas veces que no.
La fe es como la llave que abre el cofre de los tesoros de Dios para sus hijos. Somos nosotros lo que ponemos un límite a lo que Dios puede hacer en nosotros y a través de nosotros.
Muchas veces Dios nos coloca en situaciones donde el reta nuestra fe. En el versículo 24 dice que el padre dijo: “Creo; ayuda mi incredulidad”. Este hombre realmente creía en Jesús, pero en una fe muy débil. Era una fe pequeña y necesitaba crecer en su fe. Hebreos 12:2 dice: “que Jesús es el autor y consumador de la fe”.
Este padre reconoció que estaba lleno de dudas y pidió la gracia que el necesitaba para seguir creciendo en su fe. Tan pronto este hombre reconoció su incapacidad, Jesús vino en su auxilio.
No es una fe perfecta lo que se requiere, es reconocimiento de nuestra debilidad. Tal vez tú estás en una situación muy similar a la de este padre, con el corazón lleno de duda, pero viendo al mismo tiempo tu necesidad de creer; Haz exactamente lo que hizo este padre: ¡Ve a Jesús y pídele que te ayude en tu incredulidad!