Mateo 15:22-23 “Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros”.
Tal vez tú llevas tiempo rogándole al Señor, años pidiéndole por tus hijos, por tu esposo, por algún familiar, y no ha habido ninguna respuesta. ¿Cuánto estas orando al Señor por lo que anhelas?
Esta mujer ve la indiferencia de Jesús, y escucha lo que le dicen los discípulos a Jesús, pero ella sigue insistiendo, no se ofende ni se va. Hoy hay gente en la iglesia que no aguanta nada, cualquier cosa que les molesta y dejan de asistir; Pero en la iglesia solo hay lugar para la madurez.
Hay que insistir, hay que permanecer orando, hay que permanecer clamando; esta mujer llego desesperada y no desistió. Esta mujer tal vez había escuchado enseñanzas como las de Mateo 7:7-8 que dice: “Pedid y se os dará; buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
El Salmos 51:17 dice: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciaras tú, oh Dios”.
Lo que marcó la diferencia aquí, fue la fe de esta mujer, Jesús estaba probando su fe. Hermano(a), tal vez Jesús te está haciendo creer que no te está escuchando, o que escucha a todos menos a ti. Pero no es así; esta mujer no se dio la vuelta y se fue quejándose. Ella puso delante de Cristo un corazón contrito y humillado, ella vino y se postro ante él diciendo: ¡Señor, socórreme! (Mateo 15:25).
No desistas nunca, el Señor no te está ignorando, si tú has puesto tu fe en Jesús, él te ama y te escucha, y él no se tarda, porque llega en el momento preciso, tú sigue orando, no murmures, no dudes, solamente confía en él. Hermano(a), reconoce tus pecados, pon tu fe en Jesús y adóralo todos los días y no desistas de aquello que llevas tiempo pidiéndole. El Señor te está escuchando, él está probando tu fe, y aunque aún no haya respuesta sigue adorándolo, porque él es Dios y merece ser adorado