1 Reyes 17:12-13 “Y ella respondió: vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir. Elías le dijo: No tengas temor; vé, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo”.
La vida nos presenta retos y circunstancias que no esperamos, y quisiéramos energía, fortaleza y valor. Pero es ahí, cuando tocamos fondo y cuando estamos necesitados, que Dios derrama sus bendiciones.
La palabra “primero” que encontramos en este versículo quiere decir aquello que es más importante. Esta mujer tenía una actitud de “yo primero”; mi problema, mi dolor, mi necesidad, mi deseo. Pero para poder salir a flote cuando has tocado fondo; es que tienes que soltar esa actitud de yo primero y poner lo primero en primer lugar.
Mateo 8:21 habla de un discípulo que le dijo al Señor, “permíteme que vaya primero y entierre a mi padre y luego te seguiré”. La prioridad de este discípulo estaba equivocada, pues no estaba poniendo a Dios primero.
Isaías 44:6 nos deja claro que en todo momento y aun en lo difícil necesitamos poner a Dios primero: “Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mi no hay Dios”.
Pon a Dios primero, pasa tiempo con el Señor “buscando el reino de Dios y su justicia y todas las cosas serán añadidas” (Mateo 6:33). Ora y arrepiéntete. “Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio” (Mateo 23:26).
Para esta mujer había cosas muy específicas que ella debía hacer, ella tenía que obedecer lo que el Señor le había ordenado. Ella sabía que debía caminar en obediencia. El Señor le estaba pidiendo que tenía que soltar sus propias expectativas, que tenía que soltar la idea de auto protegerse y del interés propio. La biblia llama a eso: “morir a uno mismo”.
Esta mujer tuvo que entregar sus últimas provisiones para darle de comer a Elías; y hasta que abriera las manos y soltara aquello que tenía agarrado, entonces ella podría ser llenada. Hay cosas de las que tal vez estés tan aferrado(a), como: el derecho a seguir enojado o tener un resentimiento.
Hoy en esta cultura se nos enseña a demandar nuestros derechos; pero el Señor quiere que abramos las manos y soltemos, que muramos a nosotros mismos, “que nos despojemos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1) ¿Dé que tienes que soltarte? ¿Cómo el Señor te está pidiendo que le obedezcas?