Salmos 56:3-4 “En el día que temo, yo en ti confió. En Dios alabare su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?”
El temor nos lleva a olvidarnos de Dios. Él ha dicho en su Palabra: “no temas porque yo estoy contigo” (Josué 1:9). Estas palabras no las recordamos en el momento que estamos temiendo, y aunque a veces esas palabras llegan a mi mente y a mi corazón no estamos en paz.
Una de las razones por las cuales nos olvidamos de Dios en medio del temor es porque no creemos lo suficiente en él, y en su Palabra. Pensamos que eso no es suficiente, que necesitamos hacer algo más; pero la verdad es que Dios no necesita de nuestra ayuda.
En medio del temor necesitamos aferrarnos a esas verdades de su Palabra y llevar nuestras cargas y ansiedades delante de él. 1 Pedro 5:7 dice: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. Cuando te sientas ansioso y tengas dudas sobre Dios di al Señor, como el padre del muchacho endemoniado de Marcos 9:24 le dijo: “ayuda mi incredulidad”.
El temor nos lleva a querer controlarnos, nos lleva a querer tomar decisiones para evitar eso a lo que yo le temo. Y comenzamos a tomar medidas que dejan completamente del lado a Dios. Nosotros siempre estamos tratando de querer controlar las cosas, las circunstancias, y eso rebela de nuestro corazón orgullo; porque creemos que lo que vamos hacer es mucho mejor que lo que Dios me ha dicho, y ponemos nuestro descanso en nuestras fuerzas, habilidades o sabiduría que tengamos.
Lo que necesitamos recordar en medio del temor es que Dios está en su trono y el hace lo que le place, que no hay nada que yo pueda hacer para cambiar su plan, para afectar su propósito, para afectar su bondad en medio de nuestra vida, porque todo el obrar de Dios en nuestras vidas, es un obrar de Dios, aun en medio de las circunstancias más difíciles que tú y yo podamos experimentar.
Mateo 6 nos enseña que nadie por más que se afane podrá añadirle un día a su existencia. Necesitamos vivir entendiendo y abrazando esa verdad. Mi afán y mi temor, no van a cambiar absolutamente nada del futuro.
Nuestras almas no necesitan temer, ni por las circunstancias, ni por nosotros, ni por lo que podamos hacer, sino por quien es Dios. Porque ese Dios resolvió nuestro problema más grande en la cruz del calvario y no necesito nuestra ayuda. Descansa en el Señor porque él tiene cuidado de ti.