Salmos 27:9 “No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares Dios de mi salvación”.
Comenzare haciéndote esta pregunta: ¿Qué tanto conoces a Dios? Pues el conocimiento que tengas de Dios, influirá en tu confianza en el en medio del temor, de las adversidades. Para confiar en el Señor en medio del temor, debes recordar la obra de Dios en tu vida, ¿Qué hizo Dios en el pasado?
El salmista lo recordó en Salmos 27:2-3 “ellos se juntaron contra mí, querían comer mis carnes” y en el mismo pasado “ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí no temerá mi corazón, yo estaré confiado”. ¿Puedes notar la relación? Lo que conoces de Dios en el pasado, te sirve para confiar en Dios en el presente y en el futuro.
Esto es tan vital en la vida de todo hijo de Dios, el recordar la obra de Dios en tu propia vida. Normalmente cuando uno va al pasado recuerda cosas como: “me acuerdo de lo que me hizo tal persona y tal vez me lo haga esta otra persona” y tienes dudas con el pasado.
Pero David no iba solo al pasado a buscar las marcas y las heridas que le habían hecho otros; sino a buscar las huellas de Dios para confiar hoy. No vayas al terreno del pasado para encontrarte con las espinas que te provocan inseguridad; Ve a ese mismo terreno del pasado a encontrar los frutos que Dios te ha dejado para alimentar tu confianza de hoy. Él ha dejado ahí frutos de fidelidad, de que él te sostuvo y confía en él. Eso hacia David.
En 1 Samuel 17:37 dice: “Añadió David: Jehová que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librar de la mano de este filisteo”, podemos ver como David escarbo en el pasado para encontrarse con el Dios que lo libró y saber que Él estaría con él. Hermano(a) tú tienes evidencias de lo que Dios ha sido y ha hecho en tu vida, ejercita tu memoria en medio de las amenazas de este mundo, en medio de las aflicciones y confía en Dios.