2 Reyes 5:26-27 “El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos, y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve”.
Dios es el que da y quita, y así como quito la lepra de Naamán, esa misma lepra cayó sobre Giezi. Naamán era el ajeno a las promesas de Dios, y sin embargo recibió el favor de Dios. Giezi es aquel que estaba cerca de Dios pero se volvió al mundo.
Giezi representa un mensaje de advertencia hacia aquellos que están cerca del evangelio. Giezi es aquel “que parecía ser de nosotros, pero salió de entre nosotros para hacer manifiesto que no era de nosotros”. Es aquel que parecía ser salvo, hasta que el carro de Naamán paso por delante de él y entonces corrió detrás de las cosas de este mundo. Giezi amo más al mundo, a las riquezas, los placeres, que la voluntad de Dios. Corrió detrás del oro, de la plata, de los vestidos que Naamán llevaba en su carro; y la lepra de Naamán cayó sobre él. “El que piense estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12)
No seas como la semilla que cayó entre espinos; “estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14). Aquel que deja crecer lo bueno, pero también deja crecer los placeres del mundo y la otra vida que finalmente acaba ahogando la vida espiritual. Si el carro de Naamán pasa por delante de ti, déjalo pasar y no abras la puerta. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezara tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate del mal” (Proverbios 3:5-7).